Psicoterapia Adolescentes
Como padres de un adolescente sabemos que es una etapa en ocasiones complicada por cuanto nuestros hijos pasan por infinidad de cambios que no siempre saben o pueden encajar bien. A veces son pequeñas dificultades que se solventan con pequeños cambios de actitud y otras veces nuestro hijo está sufriendo y no hemos sido conscientes de ello.
Comportamientos que desde fuera nos parecen típicos de la edad son muestras de algún tipo de sufrimiento interno que a veces no sabemos detectar a tiempo. En este sentido, la rebeldía extrema, la tristeza y/o irritabilidad continua, la desmotivación, las malas notas, la pereza constante, el consumo de sustancias o el abuso y mal uso de las tecnologías tienen en su base algún tipo de problema o angustia.
Como padres a veces nos cuesta entender qué les sucede y más aún poder ayudarles. Es normal que sin darnos cuenta, y debido a que se encuentran en una etapa en la que no suelen confiarnos sus dificultades, pasemos por alto periodos de sufrimiento que corren el peligro de agudizarse si no hacemos nada. Actuar a tiempo es imprescindible porque en algunos casos puede ser demasiado tarde para revertir la situación de manera favorable.
Al igual que en la terapia infantil los padres son un elemento imprescindible, por ello les hacemos partícipes del tratamiento ofreciéndoles apoyo, consejo y herramientas útiles para ayudar a su hijo porque cuando un hijo sufre los padre lo hacen con él. Con ganas y disposición por parte de todos, padres e hijos pueden reconducir una situación difícil.
¿Cuándo deberíamos llevar a nuestro hijo al psicólogo?
- Tristeza, desmotivación importante, fatiga, sentimientos de culpa, ideación suicida…
- Problemas de alimentación.
- Autoestima baja.
- Ansiedad, estrés, insomnio, quejas somáticas: dolores de cabeza, estómago, problemas de piel…
- Bajo rendimiento escolar (sobre todo si anteriormente no lo había manifestado).
- Irritabilidad, impulsividad, comportamiento antisocial.
- Problemas de aprendizaje: TDAH, dificultades escolares, dislexia, bajo rendimiento escolar…
- Relaciones y conflictos padres/hijos.
- Fobias, miedos irracionales, conductas obsesivas y repetitivas.
- Timidez y problemas en las relaciones sociales.