Psicofármacos: ¿uso o abuso?

Con más frecuencia de la que me gustaría me encuentro con personas, dentro y fuera del ámbito de mi consulta, que toman algún tipo de psicofármaco. Los psicofármacos, utilizados para atenuar, y en algunos casos, eliminar los síntomas psíquicos se usan en diversos tipos de psicopatologías. Pueden ser prescritos únicamente por psiquiatras y, en ocasiones,  por médicos de atención temprana. En ningún caso pueden ser recetados por un psicólogo puesto que no somos médicos.

Desde mi punto de vista no cabe duda que los psicofármacos juegan un papel fundamental en el tratamiento de determinados trastornos y sin ellos la vida de muchos pacientes, y de sus familiares, se vería seriamente afectada. Piénsese en los casos de patologías tan severas como los trastornos psicóticos, en los que existen delirios o alucinaciones. El sufrimiento en este tipo de cuadros es enorme, por no hablar del peligro en el que a veces se encuentran, tanto el propio paciente como su familia y aquellos que le rodean.

Nunca olvidaré el caso de un chico, diagnosticado con esquizofrenia, al que asesoré en mi época de voluntariado en una asociación de enfermos mentales graves. Recuerdo la manera en que su madre me relataba el miedo que sentían en casa antes de que fuese medicado, tras un episodio en el que intentó acuchillarlos. Esto es sólo un pequeño ejemplo del drama que viven muchas familias, en casos como éste es imprescindible el uso de una medicación. Cierto es que los antipsicóticos, utilizados en casos de esquizofrenia y otros trastornos con síntomas psicóticos, cuentan con algunos efectos secundarios, no siempre deseables, pero siempre se puede encontrar aquél que sienta mejor al paciente. Hasta la fecha no disponemos de opciones mejores y  por desgracia a veces hay que optar por el mal menor. En los trastornos psicóticos el primer abordaje terapéutico a realizar es el farmacológico y una vez que el paciente se encuentra estable puede comenzar el tratamiento psicológico.

Por otro lado, nos encontramos infinidad de personas que toman a diario psicofármacos: ansiolíticos, hipnóticos y antidepresivos, que en muchos casos no modifican apenas su estado anímico pero que ellos siguen tomando, muchas veces durante periodos prolongados de tiempo. Son estos casos los que llaman mi atención.

Las personas que acuden a psicoterapia suelen tener todo tipo de problemas: de autoestima, de pareja, con los hijos, dificultades de relación social, han sufrido algún tipo de situación traumática, tienen bloqueos a nivel afectivo, un duelo complicado, etc. En la mayoría de estos casos la medicación no hace demasiado, o no hace nada, por el paciente. A grandes rasgos, en psicoterapia trabajamos para que el paciente cambie en los aspectos de su vida que le hacen sufrir. Nuestra labor es ayudarle a modificar la perspectiva  que tiene de sus aspectos problemáticos, enseñarle a actuar de un modo diferente, que se permita expresar lo no expresado, etc. Todo esto no lo proporciona la medicación, aunque preferimos pensar que sí.

Estamos inmersos en una cultura que quiere resultados ya, que intenta solucionar los problemas sin ningún tipo de esfuerzo y los fármacos proporcionan algo de esto. Es mucho más sencillo tomarse una pastilla que hacer frente a nuestras dificultades y cambiar lo que no funciona bien en nuestra vida. Lo que ocurre con los psicofármacos es que después de meses, e incluso años, tomándolos el paciente sigue sintiéndose mal y nadie se pregunta qué está pasando.

Lo que más curioso me resulta es que el propio psiquiatra, o el médico de familia, no le planteen a la persona otro tipo de abordaje a su problema y se dediquen únicamente a cambiar las dosis y/o el psicofármaco. Los pacientes son en gran medida desconocedores de que los psicofármacos no ayudan en algunos casos pero nadie les dice nada. El paciente tiene derecho a saberlo para luego decidir si sigue tomando medicación, si inicia un proceso psicoterapéutico, o si combina ambos.

No soy gran amiga de la medicación pero tengo claro que a veces es totalmente necesaria y gracias a ella mucha gente puede vivir mejor. Si tengo delante un paciente que la necesita no voy a dudar en sugerirle o recomendarle a un especialista en la materia, en este caso un psiquiatra. Determinadas psicopatologías y determinados casos necesitan un abordaje terapéutico que combine la psicoterapia con psicofármacos y es importante que el paciente lo sepa.

También es cierto que a veces uno escoge la medicación porque dar el paso hacia el cambio no es nada fácil y entrar en un proceso psicoterapéutico es un acto de gran valentía. En ocasiones no contamos con las fuerzas necesarias para cambiar y es necesario respetarse y esperar si no es el momento. Pero una cosa está clara, si queremos alcanzar una vida satisfactoria es muy importante que antes o después hagamos algo por nuestra salud psíquica porque la medicación no lo va a hacer por nosotros.

“La ciencia moderna aún no ha producido un medicamento tranquilizador tan eficaz como lo  son unas pocas palabras bondadosas”